Live, love and laugh

Hace 22 meses, en Enero de 2015, tuve uno de los momentos más amargos de mi vida. He vivido muchas situaciones poco agradables en mi corta carrera profesional, pero nunca las había sentido tan cercanas. Ese día, diagnosticamos una muerte fetal anteparto, a una parejita encantadora a los que les había seguido el embarazo. Recuerdo claramente aquel día, cómo hubo que explicarles que su bebe se había muerto dentro del útero, que teníamos que provocarle el parto, que le iba a doler pero que era mucho mejor que una cesárea. Les apoyamos durante toda la dilatación, intentamos mantener su privacidad evitando que mucha gente circulara por el paritorio, animamos a que viesen al bebe cuando naciera, y finalmente aceptaron. Me estremezco al recordar como ese bebe perfecto nacía, cómo se deslizaba entre mis manos, a expensas de un cachete en el culo para empezar a llorar… Pero eso no pasaba. No. El pequeño Adrian no iba a llorar. Con esa tristeza tan grande, envolvimos al pequeño en una toalla calentita, y lo entregue al regazo de esos padres, deshechos, con mis lágrimas más sinceras que podía ofrecer en ese momento.

Cuando todo pasó y regresaron a la visita para la revisión postparto, les dije que entendía que si volvían a quedarse embarazados que cambiaran de centro y de ginecólogo, pues cada vez que nos viéramos rememoraríamos ese momento y sería muy complicado y difícil. Se lo pensarían…

Hace 32 semanas aparecieron de nuevo en la consulta. Un nuevo embarazo. Ya era el cuarto que íbamos a controlar, pues previamente también había tenido dos abortos. Ha sido un  embarazo sin ninguna complicación. Sólo con miedo, mucho miedo, por parte de los tres sin duda. Y ayer, 37 semanas de gestación, nos regalamos uno de los partos más bonitos y deseados que he vivido en estos años. Fue una inducción tres semanas antes por los malos antecedentes, y por la ansiedad de la mama y de la ginecóloga. Un parto estimulado con todo el cariño que se puede dar y con el mejor matrón que podía estar allí conmigo, apoyándome. Un parto que acabó en la cama, cero intervencionista, con una mama que se asomaba por encima de la barriguita para ver como ese niño salía prácticamente solo. Y como arrancaba a llorar. No queríamos que parase… Ayer se me escaparon dos lagrimitas pero ahora, si… Ahora diluvia en mi corazón, de felicidad. Por fin pude entregarles un bebe sano a esa encantadora pareja. Y tengo tanto que agradecerles… Que después de todo lo que han pasado volviesen a confiar en mi, y haber sido capaz de corresponderles.

Y así fue como por fin, Marco, nos deleito con su llanto a las 19:50 del 12 de Noviembre de 2016. Y ese llanto lleno de vida se ha quedado grabado en mi corazón. Para siempre.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Live, love and laugh

  1. Irene Lorente dijo:

    Me emociona leer estas noticias, xo no me cabe la menor duda q si volviese a quedarme embarazada me pondría en tus manos, eres un amor y una gran profesional. Cuando se esta en esa situación, se agradece y mucho ser atendido con gente con corazón. Un beso a ti a ese matron.

  2. Rocío Coronada dijo:

    Gracias por las bonitas, afectuosas y emotivas palabras que le dedicas a mis hijos, al que me vela y al que me desvela.
    Y perdona si tan perdida andaba con mis miedos que ni cuenta me di que la que me los calmaba a mí también los tenía.
    ¡Anda que vaya par se fueron a juntar! Pero bueno, al final no salió mal.
    Y de repente, llegado el día, inmersa en un mar de incertidumbre y pánico, apareces con un calcetín de Batman y otro de Superman… y pienso ¿será esto una señal de que mi superhéroe va a llegar?
    Y sí, Marco llegó como todo un campeón.
    Muchas gracias por todo.

Replica a Irene Lorente Cancelar la respuesta